El cerebro necesita información proporcionada por el olfato y el gusto para distinguir la mayoría de los sabores. Estas sensaciones se transmiten desde las terminaciones nerviosas de la nariz y de las papilas gustativas de la boca al cerebro. Distintas áreas del cerebro integran esta información, permitiendo que reconozcamos y apreciemos los sabores.
En este pequeño experimento para niños (y no tan niños) podremos jugar con sabores y olores de distintas características con el objetivo final de comprender el tándem que forman estos dos sentidos. Para ello he preparado estas ilustraciones con los productos que necesitaremos. La primera bandeja corresponde al equipo de los sabores: el limón, la cebolla, el queso azul y una magdalena de chocolate. Esta elección no es aleatoria ya que además de un sabor peculiar, estos alimentos cuentan con un olor distintivo. Unas características que los convierte en idóneas para este juego. En primer lugar nos centraremos en esta bandeja y realizaremos distintas pruebas:
Con una mano cubriremos nuestra nariz como si fuera una pinza y con la otra mano probaremos cada uno de los 4 alimentos de la bandeja. Después describiremos en alto o por escrito qué sensaciones nos ha dejado la ingesta y puntuaremos del 0 al 10 la intensidad del sabor que hemos apreciado.
En la segunda prueba volveremos a probar todos los alimentos con nuestros orificios nasales bien abiertos. Volveremos a repetir una ronda de descripciones y puntuaciones a la intensidad del sabor.
Para la tercera prueba nos acercaremos a la segunda bandeja. En esta he agrupado 4 elementos de olores característicos: rosas, gasolina, lejía y menta.
- Con los ojos cerrados nos acercaremos a la nariz cada uno de los elementos e intentaremos distinguirlos sin conocer de qué se tratan. La identificación debería ser bastante sencilla. Escribiremos o compartiremos nuestras apuestas junto a una breve descripción sobre el olor que hemos percibido. ¿Es agradable? ¿Qué adjetivo utilizarías para describirlo? ¿Qué sabor le pegaría a cada olor? (Recordad a los niños, si hiciese falta, que algunos son productos tóxicos y que jamás deben ser consumidos).
- Por último, empieza la fiesta. Volveremos a cerrar los ojos para acercarnos un elemento de la bandeja del olfato, por ejemplo, la menta. Muy seguidamente y con la ayuda de un compañero si fuera necesario, nos taparemos la nariz y cataremos uno de los alimentos de la bandeja del gusto, por ejemplo, el queso azul. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo describiremos el sabor? ¿Ha sabido diferente? Algunas combinaciones que pueden resultar interesantes por el contraste:
- Lejía y cebolla
- Gasolina y limón
- Gasolina y chocolate
- Menta y queso azul
- Lejía y chocolate
También podemos combinar elementos que podrían hacer un buen equipo. ¿Son las palabras que hemos utilizado para describirlas parecidas? ¿Son combinaciones que no nos chirrían? ¿Por qué? (Por ejemplo, pueden ser mezclas que se utilizan en repostería):
- Menta y chocolate
- Rosas y chocolate
- Menta y limón
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