2021(e)ko abenduaren 27(a), astelehena

La pequeña curiosa

Al leer las instrucciones del ejercicio mi mente ha viajado hasta los primeros años del 2000. Yo tendría unos 6 o 7 años cuando se popularizaron los dibujos animados "Unibertsolariak" en EITB. Sus protagonistas eran planetas y mi enganche rozaba la obsesión. El éxito de los dibujos animados, en general, de la televisión vasca era tal que se organizó en Bilbo una feria para conocer a tus personajes favoritos. Y mi fanatismo era tal que me pasé los días previos tan nerviosa que terminé mala de la tripa y no pude acudir. Mis compañeros de clase, que me conocían bien, me consiguieron unas pegatinas (las más molonas del mundo) de Unibertsolariak. Siguen pegadas en el interior de un armario de casa. 


Ese verano mis padres me llevaron a la montaña de noche con su kuadrilla. Era 11 de agosto y yo no sabía lo que era una Perseida. Si había oido algo sobre estrellas fugaces y pedir deseos si los veias. No vi ninguna pero me pasé horas contando estrellas que no veía desde nuestro balcón.

Por aquel entonces no entendía cómo estaba distribuida la Tierra. Al vivir en las laderas de una cadena de montañas, creía que viviamos al borde del mundo y que no había nada más tras ellas. Mi Tierra era como una gran tartaleta rodeada de montañas y cuando ibamos al pueblo de los abuelos viajábamos un poco más al centro de ella. Mi padre me llevó hasta la cima de las montañas y pude ver fuera de la tartatela. Mi madre me compró una bola del mundo y yo no podía entender que tantas cosas cupiesen en tan minúsculo globo. Ahora, escribiendo esto en mi primer vuelo de la era Covid, tampoco lo entiendo muy bien.

En clase de tercero o cuarto de primaria nos propusieron crear nuestro propio Sistema Solar en grupo. Yo dije que podía llevar mi globo terraqueo para que fuera nuestra Tierra. Otra vez me pudieron las ansias, apreté tanto la bola al salir de casa para que no se cayera cuesta abajo que se escapó de mis manos y terminó en una alcantarilla diez metros más adelante. Era una niña curiosa y un poco patosa.

Por último, recuerdo, con mucha pena, el día que ví en la tele que Plutón dejaba de considerarse un planeta. ¡Si era el mejor! Durante años pensé que era tan importante que le habían puesto el mismo nombre a un perro de Disney. 

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