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Érase una vez la microbiota de un piso de estudiantes

Son las 9:00am y suena el segundo despertador del día. Ya no da tiempo de ir a primera pero no puedes saltarte el seminario de las 11 en punto. Al apoyar el pie derecho este no toca suelo y tus dedos del pie se untan de algo pringoso. Debe de ser la pasta que cenaste ayer. No, espera. Ayer cenaste fuera. Y antes de ayer. ¿Cuánto lleva ese plato bajo tu cama?

Decides que una buena ducha mañanera puede cambiarte el estado de ánimo. Y el ánimo cambia en el momento preciso donde observas el techo. Jurarías que era blanco cuando os mudasteis. En estos meses de convivencia el moho ha empezado a colonizar las esquinas del baño y se intuyen unos sospechosos tonos grisáceos sobre el blanco inicial.

La siguiente parada es la cocina donde compruebas que la parte inferior de tu cama no es el único lugar donde se apilan los platos. Es el día a día en esta casa. Rescatas una taza de la torre de Pisa y procedes a buscar el estropajo en el fondo de la pila. Buceando en el mar de restos de comida te encuentras con un trozo cuadrado de esponja verde y amarilla que ha vivido mejores épocas.

El peligro ignorado del estropajo con el que friegas los platos

Sin haber llegado a la media mañana te has encontrado con unos cuantos millones de compañeros de piso que no constan en el contrato de alquiler. Un contrato que firmastéis entre tres estudiantes a principios de septiembre y que tiene una duración de un curso escolar. Estudiar, trabajar a tiempo parcial y socializar en vuestros tiempos libres delega la limpieza al último puesto de la lista de prioridades. En noviembre las tazas de café del desayuno pasaron a ser fregadas por la noche y en febrero estamos comiendo las pizzas congeladas sobre sus cajas de cartón correspondientes porque nadie ha fregado en 4 o 5 días. Aunque resulte molesta y sobre todo sea una consecuencia de unos hábitos poco higiénicos, la microbiota de un piso de estudiantes puede llegar a ser realmente fascinante.

El plato de pasta bajo la cama será nuestra primera parada. La pasta (o el arroz) se pueden contaminar con una bacteria patógena llamada Bacillus cereus, capaz de desarrollar esporas que germinan cuando calentamos el alimento. Si dejamos la pasta a temperatura ambiente, las bacterias se multiplican formando toxinas resistentes al calor, que no se eliminan al recalentarlos. Ingerir estas toxinas o la bacteria que las produce puede provocar síntomas como náuseas, vómitos o dolores abdominales.

En las paredes del baño nos encotraremos con la mayoría de los hongos que suelen vivir en el interior de los edificios. Estos pertenecen a los géneros Cladosporium, Penicillium, Aspergillus y Alternaria. La presencia de moho en interiores puede provocar, según diferentes estudios, reacciones como tos o estornudos en personas sanas y problemas respiratorios en personas con asma.

Por otra parte, en estropajos como el que hemos rescatado en la cocina se han llegado a aislar bacterias patógenas como Campylobacter, Enterococcus cloecae, Escherichia coli o Staphylococcus. Estos se expanden sobre todas las superficies de la cocina donde la usemos. Por lo tanto, no solo se trata de uno de los mayores almacenes de microbios de toda la casa, también trabaja como tansportador de ellas.

No podemos pasar por alto que para poder escribir estas palabras me encuentre tecleando un portátil que puede llegar a contener 30 veces más microbios que un inodoro, aparentemente menos higiénico que un aparato tecnológico. El quid de la cuestión se encuentra en la frecuencia en la que limpiamos cada uno de los objetos. Al dar por hecho que la suciedad se acumula en mayores cantidad en la zona del baño, suele ser la estancia de la casa prioritaria en cuanto a la limpieza. Los ordenadores, los teléfonos móviles o otros dispositivos como tablets o libros electrónicos contienen el mismo tipo de bacterias que las que hay en bayetas y esponjas de la cocina.

 

 

El único modo de combatir a estos inquilinos no deseados es cambiar los hábitos de limpieza y desinfección junto a prestar más atención a las zonas y los objetos más olvidados. Con todo ello contribuiremos a que la microbiota de nuestro piso de estudiantes no sea nocivo y que no nos afecte a nuestra salud.

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https://www.lasexta.com/tecnologia-tecnoxplora/ciencia/divulgacion/que-moho-adora-cuarto-bano-como-puede-afectarte_201811125bebac540cf2ead470e81cd6.html 

https://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0017/43325/E92645.pdf

https://microbioblog.es/el-microbioma-del-estropajo

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/12/151229_salud_diez_lugares_hogar_casa_mas_germenes_bacterias_lv

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